La ausencia relativa de mujeres en roles de liderazgo e influencia en las empresas es una realidad que merece atención. A pesar de los avances significativos en la promoción de la diversidad y la inclusión, las mujeres siguen enfrentándose a barreras sistémicas que frenan su ascenso a puestos de alto nivel. Estos obstáculos no son solo externos, sino que a menudo son interiorizados, moldeados por normas culturales y expectativas sociales que persisten a pesar de los cambios.
En el centro de esta problemática se encuentra la cultura empresarial, que en muchos casos valora y reproduce modelos de liderazgo tradicionalmente masculinos. Los estilos de management, la toma de decisiones e incluso los comportamientos esperados de los líderes a menudo se basan en estereotipos de género que no reflejan la diversidad de talentos. Además, muchos sectores y roles donde las mujeres han tenido poca visibilidad o apoyo históricamente crean una barrera adicional que dificulta su acceso a posiciones de poder e influencia.
Los prejuicios inconscientes también juegan un papel en la dinámica de las empresas. Estos sesgos pueden influir en decisiones de contratación, promoción y desarrollo profesional, a menudo en detrimento de las mujeres. Incluso en organizaciones que promueven la igualdad, estos sesgos pueden influenciar la percepción de las competencias del colectivo femenino, impactando su progresión profesional.
Los jóvenes talentos femeninos pueden carecer de modelos femeninos en posiciones de liderazgo, lo que limita su capacidad para proyectarse en esos roles. Además, se enfrentan a barreras internas, como la falta de confianza en sus habilidades o la reticencia a expresar sus ambiciones por miedo a transgredir normas sociales o profesionales.
Las mujeres en roles de liderazgo no solo inspiran a otras mujeres a aspirar a esos puestos, sino que también demuestran el valor de tener perspectivas diversas en la toma de decisiones o en la estrategia empresarial. Cuando las mujeres ven a otras tener éxito y ser valoradas, se sienten motivadas a seguir ese camino, fortaleciendo así el flujo de talento femenino en todos los niveles de la organización.
Las empresas que promueven talentos femeninos están mejor posicionadas para atraer y retener una gama más amplia de talentos. En un mercado laboral cada vez más competitivo, los candidatos, tanto hombres como mujeres, valoran los entornos de trabajo justos e inclusivos. Las nuevas generaciones, en particular, buscan empresas que demuestren un compromiso genuino con la diversidad y la equidad.
Estas mujeres desempeñan un papel crucial al inspirar no solo a sus compañeras, sino a toda la organización. Inspiran a otras mujeres a apuntar alto y perseguir sus propios objetivos profesionales con determinación. Además, pueden actuar como mentoras o patrocinadoras, brindando consejos valiosos y apoyo a quienes están menos avanzadas en sus carreras. Este compromiso puede dinamizar a toda la organización, creando un entorno en el que todos los empleados se sientan valorados y motivados a dar lo mejor de sí.
La oportunidad de convertirse en un “role model” en la empresa no está reservada a una élite o a aquellas que ya ocupan puestos de alto nivel. De hecho, cualquier persona que tenga influencia puede aspirar a ser un "role model". Esto es aún más relevante en el contexto actual, donde la diversidad de experiencias y perspectivas es cada vez más valorada.
Un “role model” en la empresa no se define solo por su estatus o título. Se trata más bien de una persona que demuestra un compromiso en relación con sus valores, que lidera con el ejemplo e inspira a los demás a través de su comportamiento, sus logros y su capacidad para superar desafíos. Así, cualquier persona ya sea a través de su liderazgo, su influencia en proyectos clave o su contribución al ambiente laboral, puede convertirse en un "role model".
La principal característica de un “role model” es una profunda conciencia de sí mismo. Esto implica comprender sus propias fortalezas, debilidades, valores y el impacto de sus acciones en los demás. Un “role model” efectivo es consciente de sus competencias y trabaja de manera constante en su desarrollo personal para evolucionar. Esto incluye buscar feedback constructivo y comprometerse con el aprendizaje continuo, mostrando a los demás que es posible progresar y evolucionar, independientemente de su posición.
Tener claridad sobre sus ambiciones y determinación para alcanzarlas es otra cualidad clave. Un “role model” debe identificar sus objetivos, expresarlos con claridad y perseverar en lograrlos, a pesar de los obstáculos. Esta determinación inspira a otros a superar desafíos y fomenta una cultura de resiliencia y ambición dentro de la organización.
Un “role model” también sabe reconocer y aprovechar las oportunidades, ya sea para avanzar en su carrera o para mejorar ciertos procesos dentro de la empresa. Esta proactividad en la búsqueda y explotación de oportunidades refleja una mentalidad abierta y una disposición para liderar el cambio, cualidades esenciales para inspirar a los demás a innovar y asumir nuevas responsabilidades.
La capacidad de comunicarse eficazmente y compartir conocimientos es vital. Un "role model" no guarda su experiencia para sí mismo, sino que busca enriquecer a su entorno compartiendo abiertamente sus conocimientos y haciendo de “mentoring” a sus compañeros y compañeras. Esta generosidad intelectual fomenta una cultura de aprendizaje continuo, promoviendo la innovación y la colaboración.
La empatía y la inteligencia emocional son atributos esenciales en una persona con un alto impacto en los demás. Comprender y gestionar las emociones, tanto propias como ajenas, ayuda a construir relaciones sólidas y dar apoyo eficazmente a los otros colaboradores.
Un “role model” debe ser innovador y tener pensamiento crítico. Saber defender ideas innovadoras, incluso frente a criticas o resistencias de los demás demuestra a su entorno que es posible pensar de manera diferente y ser participe en el futuro de la empresa.
Desarrollar ciertos rasgos y competencias de liderazgo es un proceso continuo e intencionado de aprendizaje y algunas de las palancas para lograrlo son:
Herramientas como el feedback 360° o el feedback recibido de tu manager pueden ayudar a identificar fortalezas y áreas de mejora. Fijar objetivos específicos y medibles de desarrollo personal y profesional puede servirte para medir tu progreso.
Participar en sesiones de coaching, talleres y formaciones sobre liderazgo te proporcionará conocimientos y habilidades clave. Además, buscar un mentor o convertirte en uno, puede ofrecerte valiosas nuevas perspectivas y ser un apoyo en tu camino para convertirte en un modelo a seguir, enriqueciendo al mismo tiempo tu red profesional.
Tomar la iniciativa, asumir más responsabilidades o liderar proyectos son excelentes formas de desarrollar competencias de liderazgo y demostrar tu capacidad para manejar desafíos. Esto también demuestra tu compromiso con la misión de la empresa y tu voluntad de contribuir de manera significativa a su éxito.
Para ser un "role model” es crucial no tener miedo a mostrarse a los demás. Esto puede implicar hablar en público, participar en reuniones activamente o simplemente tener una presencia activa en comunicaciones internas y externas.
En conclusión, las mujeres que son “role model” en sus empresas desempeñan un papel crucial, no solo al inspirar a las futuras generaciones de líderes femeninas, sino también al fomentar una cultura empresarial más inclusiva.
A través del desarrollo personal, la toma de iniciativas y un compromiso palpable demuestran que es posible superar barreras y transformar las organizaciones desde dentro. Apoyar a estas mujeres no es solo un paso hacia la equidad, sino una inversión estratégica en el futuro de cualquier empresa, enriqueciendo el entorno profesional con diversidad.
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